ENVIADOS A LA VIDA

“Vayan, amigos, por el mundo, anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón. Ser, amigos, los testigos de mi Resurrección, vayan llevando mi presencia, con vosotros estoy...”

LA BENDICIÓN

La asamblea se marcha y el sacerdote pide para ella la fuerza y la bendición de Dios, para que continuemos “la Misa en la vida”, para que lo que hemos recibido en el encuentro con el Señor, lo vivamos y anunciemos ahora en nuestra vida diaria.
La Misa no termina hasta que el sacerdote nos envía, diciendo: “Podéis ir en paz”. Nos envían a continuar construyendo en el mundo el Reino de Dios.
El acto central de la despedida es la “Bendición”.
Las palabras del sacerdote van acompañadas de un signo: la señal de la Cruz.
Dios nos bendice por la Cruz de Cristo. Los fieles no se santiguan, sino que bajan un poco la cabeza y responden : “Amén”
Y termina con la bendición y las palabras finales del sacerdote como ministro que representa a Jesucristo, diciendo: “La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros”.

PODÉIS IR EN PAZ

Son las últimas palabras que nos dice el sacerdote. Y salimos del templo. Y volvemos a nuestros trabajos y ocupaciones de cada día. Regresamos a la vida.
¿Acabó todo?
No. La Misa si terminó; pero queda con nosotros el TODO. Gracias a la Misa, queda con nosotros en el Sagrario una Presencia, un Alimento, una Compañía...Queda con nosotros Él: JESÚS Sacramentado.
Él va a ser el Dios presente, el Dios cercano, el Dios Amigo, el Dios que se nos da a sí mismo como fuerza y alimento de nuestro diario caminar, el Dios que prometió estar con nosotros hasta el final . El Señor está ahí y nos llama...