JESÚS CAMINA SOBRE EL MAR


Los discípulos se marcharon por la noche sin “la Luz del mundo”. Tenían Confianza en su poder y las fuerzas propios, ellos pensaban que podían vencer las dificultades. Pronto su esfuerzo resultó insuficiente; y el mar que pensaban era fácil de dominar, no podían dominarlo. ¿Dónde está el Señor? ¿Acaso los ha abandonado? Cristo jamás abandona a los suyos, aunque ellos mismos le hayan dejado en la orilla, y solos se atrevan de luchar con las aguas violentas de la vida.Cristo, desde el monte donde habla con su Padre, les ve luchando sin poder contra las tempestades del mundo. Les ve sufrir bregando en su autosuficiencia. Les ama, tiene compasión de ellos y baja de la montaña en su auxilio. Jesucristo hace lo imposible para llegar al lado de sus elegidos. Tanto es así que ni siquiera los discípulos, sus íntimos conocidos, se lo creen; pues piensan que él es un fantasma y le tienen miedo. Cristo, sin ningún regaño, les dice simplemente: "Soy yo. No temáis." y les lleva a un puerto seguro.
Cuántas veces, Señor, quiero hacer las cosas solo, a mi manera y no como tú quieres. Soy el hombre fuerte e independiente – lo puedo todo. Luego, me caigo y llamo al cielo: ¡Señor! ¿por qué me has abandonado? Pero, en realidad, fui yo quien te ha abandonado. Me he olvidado de ti. Fuiste tú el que me creaste, el que me ama y me salva. Sin ti nada puedo. Sé que jamás, ni en la miseria de mi soberbia, me abandonarás. ¡Lucha a mi lado, Señor, en la batalla de hoy!”