IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 31 de enero de 2009.



Resumen de la homilía:

En el principio Dios hablaba por boca de los profetas, que decían: “Esto dice el Señor.”

Cuando llegó el tiempo, Dios habló por boca de su Hijo, que decía: “pero yo les digo.”

Cuando Jesús hablaba, era el mismo Dios el que hablaba. Jesús es la imagen visible de Dios.

Por eso la gente decía: “¡Nadie ha hablado como este hombre!” Eran Palabras de Dios.

Jesús hablaba de lo que Él vivía, con el corazón, sintiendo lo que dice.

Los escribas hablaban de memoria las muchas normas y mandatos de  la Ley.

Jesús hablaba  sencillo, una religión amable, de liberación, apoyada siempre en el amor,

Jesús también asombraba a la gente con sus obras y curaciones milagrosas.

La gente se preguntaba de donde le veía a Jesús esa fuerza y poder para curar.

Sólo el poder de Dios puede vencer al demonio y sus obras malas.

Los cristianos debemos ser santos, porque es la única forma de vencer el mal,

Hay que imitar a Jesús, diciendo lo que se cree y vivir lo que se dice.

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Estas son las lecturas del día 31 de enero de 2009 .


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del Deuteronomio.  (18, 15-20)


   Moisés dijo al pueblo: “El Señor Dios elegirá un profeta igual que yo de entre tus hermanos. A ese profeta lo escucharéis. En el monte Horeb, el día de la asamblea, vosotros pedisteis al Señor un profeta: “No quiero escuchar otra vez la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver otra vez ese gran incendio; no quiero morir.”

    El Señor Dios me dijo: “Tú tienes razón; elegiré un profeta como tú. Pondré mis palabras  en su boca y hablará lo que yo le mande. A la persona que no escuche las palabras que el profeta hable en mi nombre, yo le castigaré. Y el profeta que por orgullo diga en mi nombre las palabras que yo no le dije, o hable en nombre de dioses extranjeros, será condenado a muerte.”

Palabra de Dios

R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL   94, 1-2. 6-7. 8-9.


Escuchad hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”


Venid, aclamemos al Señor,

alabemos al Señor que nos salva;

entremos en el templo dándole gracias,

cantando en honor del Señor.


Escuchad hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”


Entrad, arrodillémonos,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque Él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.


Escuchad hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”


Ojalá escuchéis hoy su voz:

“No endurezcáis el corazón como en el desierto,

cuando vuestros padres me desobedecieron

después de ver mis grandes obras.


Escuchad hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”



SEGUNDA LECTURA


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. ( 7, 32-35)


   Hermanos: Quiero quitar vuestras preocupaciones: la persona soltera se preocupa de las cosas del Señor, buscando dar alegría al Señor; en cambio, la persona casada se preocupa de las cosas del mundo, buscando alegrar a su mujer, y está dividido.

   Lo mismo, la mujer soltera se preocupa de las cosas del Señor, entregándose a ese trabajo en cuerpo y alma; en cambio, la mujer casada de preocupa de las cosas del mundo, buscando alegrar al marido.

   Les digo todo esto para vuestro bien, no para  preocuparles, es para que hagan una cosa buena y traten al Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Marcos.  1, 21-28


    Jesús fue a Cafarnaún. Los sábados iba a la sinagoga y enseñaba. Todos se asombraban de su doctrina, porque enseñaba como una persona que tiene autoridad y poder, diferente a como enseñaban los escribas.

    Había en la sinagoga un hombre enfermo de un espíritu malo y empezó a gritar: ¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Haz venido a destruirnos? ¡Yo te conozco bien: tú eres el Santo Hijo de Dios! Jesús le mandó, diciéndole: “¡Cállate y márchate de ese hombre!”

    El espíritu malo tiró al hombre al suelo y dando un grito muy fuerte, salió del hombre.

Todas las personas que lo vieron estaban asustadas y se decían unos a otros: ¿qué poder tiene la palabra de este hombre, que manda a los espíritus malos y le obedecen?

    La fama de Jesús se extendió por todos los pueblos de Galilea.

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.


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