XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 26 de septiembre de 2009.



Resumen de la homilía:

Josué dijo a Moisés que prohibiera decir profecías a los que no eran del grupo. El apóstol Juan pidió a Jesús que prohibiera hacer milagros a los de fuera. No ser celosos al ver el bien que hacen otros que no están en nuestro grupo. Dios ama a todos y da su Espíritu al que Él quiere, cuando quiere y cómo quiere. La fe y estar en la comunidad que nosotros tenemos es un don, un regalo de Dios. Hay personas que desde pequeños son creyentes, otros creyeron ya de mayores. No rechazar a nadie, siempre con los brazos abiertos a todos, por amor a Dios. No podemos juzgar a nadie, sólo Dios conoce a todos y es el que puede juzgar. Las obras de amor y de servicio prueban que de verdad amamos a Dios. Lo que hagas a uno de esos pequeños me lo haces a Mí. El que está cerca de los hermanos y les ayuda, ese está cerca de Dios. Nosotros les invitamos a que vengan para que sean felices en amistad con Jesús.

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Estas son las lecturas del día 26 de septiembre de 2009.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de los Números (11, 25-29)


En aquellos días el Señor habló a Moisés y dio el espíritu que él tenía a los setenta ancianos.

Los ancianos empezaron a decir profecías. Dos ancianos que se llamaban Eldad y Medad no estaban en la reunión, pero también recibieron el espíritu de Dios y empezaron a decir profecías.

Un joven fue a decírselo a Moisés: Eldad y Medad están profetizando en el campamento.

Josué, ayudante de Moisés, dijo: “Moisés, Señor mío, prohíbeselo.”

Moisés le respondió: “¿Tú tienes celos de mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Israel recibieran el Espíritu del Señor y dijeran profecías!


Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 18, 8. 10. 12-13


R.- Los mandatos del Señor alegran el corazón.


La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el mandamiento del Señor es fiel

y enseña al que no sabe.


R.-Los mandatos del Señor alegran el corazón.


La voluntad del Señor es pura

y eternamente fija;

los Mandamientos del Señor son verdaderos

y totalmente justos.


R.-Los mandatos del Señor alegran el corazón.


Aunque tu siervo vigila

para guardarlos con cuidado,

¿quién conoce sus pecados?

perdóname lo que no veo.


R.-Los mandatos del Señor alegran el corazón.


Señor, defiéndeme del orgullo,

para que no me venza:

así quedaré libre e inocente

del gran pecado.


R.-Los mandatos del Señor alegran el corazón.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol Santiago. (5. 1-6)


Ahora, vosotros, los ricos, llorad por vuestras desgracias. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están rotos. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y les acusan ante Dios. Ustedes han amontonado riquezas cuando estábamos en los últimos tiempos.

El dinero que han robado a los trabajadores del campo gritan contra vosotros; y los gritos de esos obreros han llegado a los oídos del Señor.

Ustedes han vivido una vida de lujo y placeres. Han engordado y viene el día de la matanza. Han condenado al inocente y lo han matado porque el no se podía defender.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (9, 38-43)


En aquel tiempo el apóstol Juan dijo a Jesús: “Maestro, vimos a un hombre que expulsaba los demonios en tu nombre, y le prohibimos hacerlo, porque no es de nuestro grupo.”

Jesús respondió: “No se lo prohíban, porque una persona que hace milagros en mi nombre después no puede hablar mal de mí. La persona que no está contra nosotros está con nosotros.

La persona que os dé a beber un vaso de agua, porque sois mis discípulos, recibirá su premio.

La persona que avergüence a uno de esos pequeños que creen en mí, sería mejor que le ataran al cuello una piedra y lo tiraran al mar. Si tu mano te hace pecar, córtatela, es mejor entrar manco en el cielo que ir con las dos manos al infierno. Si tu pie te hace pecar, córtatelo, es mejor entrar cojo en el cielo, que ir al infierno con los dos pies. Si tu ojo te hace pecar sácatelo, porque es mejor ir tuerto al cielo que ir al infierno con los dos ojos.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños


Varias veces Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). Pide no despreciar a los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos más pequeños” (Mt 25.40).

Si Jesús insiste tanto en la acogida, es porque muchos pequeños de hecho no eran acogidos. En efecto, mujeres y niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y obligados al silencio (Mt 21,15-16). Incluso los apóstoles impedían que se acercasen a Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades religiosas, muchas personas buenas eran marginadas... No es fácil distinguir. A veces lo que es “pequeño” en el evangelio, quiere decir “niño”, porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Jesús se pone de parte de los pequeños y los defiende.


• Acoger y no escandalizar. Una de las palabras más duras de Jesús es contra aquellos que causan escándalo a los pequeños, o sea, los que con su conducta quitan a los niños la fe en Dios. Para ellos sería mejor ponerse una piedra al cuello y ser arrojados al profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).
• Acoger y tocar. Cuando los niños se acercan a Jesús para pedir su bendición, los apóstoles se enfadan y quieren alejarlos. Según las normas de la época, tanto las madres como los niños pequeños, vivían todos prácticamente en un permanente estado de impureza legal. ¡Tocar quería decir contraer impureza! Pero Jesús corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños. Y los abraza. “¡Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis!” (Mc 10,13-16; Mt 19,13-15).


• Identificarse con los niños. Jesús abraza a los niños y se identifica con ellos. Quien recibe a un niño, “ me recibe a Mí” (Mc 9,37). “Y todo lo que hagáis a uno de estos pequeños, me lo hacéis a Mí” (Mt 25,40).
Cuando Jesús entra en la ciudad de Jerusalén, son los niños los que más gritan: “¡Hosanna al hijo de David!” (Mt 21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y de los escribas, son defendidos por Jesús que invoca incluso las Escrituras para defenderlos (Mt 21,16).


• Dar gracias por el Reino presente en los niños. La alegría de Jesús es grande, cuando se da cuenta de que los pequeños, entienden las cosas del Reino que Él anunciaba a la gente. “Padre, yo te doy gracias!” (Mt 11,25-26). Jesús reconoce que los pequeños entienden mejor las cosas del reino que los doctores.
• Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o resucita: la hija de Jairo, de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la viuda de Naín (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn 4,50), el niño que tenía cinco panes y cinco peces (Jn 6,9).

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 20 de septiembre de 2009.



Resumen de la homilía:

El apóstol Santiago: “Las personas que trabajan por la paz siembran la paz. La paz es un don de Dios, y Jesús es el Príncipe de la paz. Lo primero es la paz interior, fruto de nuestro obrar bien. Jesús iba enseñándoles a sus discípulos, pero ellos no entendían lo que les decía. Los apóstoles no comprendían cuando Jesús hablaba de su muerte y Resurrección. Tenían la idea tradicional del pueblo judío de un Mesías poderoso, glorioso. Discutían quién sería el primero en el reino de Dios. Ambición de poder y mandar. Jesús les dice: “El que quiera ser primero que sea el servidor de todos.” “Yo no he venido para ser servido, he venido a servir y dar la vida por todos.” El que se haga pequeño y sencillo como un niño, es el más grande en el Reino de Dios.

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Estas son las lecturas del día 20 de septiembre de 2009.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría. (2, 12. 17-20)

Las personas ateas dijeron: “vigilemos al creyente, que es molesto: se opone a nuestras acciones, nos acusa de nuestros pecados, nos dice nuestra educación equivocada; miremos si sus palabras son verdaderas, comprobando cómo termina su vida.

Si es el justo hijo de Dios, lo ayudará y lo salvará de sus enemigos; le pondremos la prueba de la burla y los golpes, para ver su calma y su paciencia; lo condenaremos a muerte, porque dice que hay quien le ayuda.”

Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL. 53, 3-4. 5. 6. y 8

R.-El Señor cuida mi vida.

Oh Dios, sálvame por tu nombre,

ayúdame con tu poder.

Oh Dios, escucha mi oración,

atiende mis peticiones.

R.-El Señor cuida mi vida.

Porque unos malos vienen contra mí,

y hombres violentos me persiguen a muerte,

y no se acuerdan de Dios.

R.-El Señor cuida mi vida.

Pero Dios es mi ayuda,

el Señor cuida mi vida.

Te ofreceré un sacrificio voluntario,

dando gracias al Señor, que es bueno.

R.-El Señor cuida mi vida.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol Santiago. ( 3, 16--4, 3)

Queridos hermanos: Donde hay envidias y ambiciones, hay muchos males diferentes.

La Sabiduría que Dios da es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, obediente, llena de misericordia y buenas obras, constante, verdadera.

Las personas que trabajan por la paz están sembrando la paz, y obran la justicia.

¿De dónde vienen las guerras y las luchas entre vosotros? Las producen las pasiones que hay en vosotros. Empiezan deseando las cosas que no pueden tener y luchan, pelean y matan. No podéis conseguir cosas, porque no piden a Dios. Piden y no reciben, porque piden mal, para gastarlo en placeres.

Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

Aleluya

Dios nos llamó por el Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. ( 9, 30-37)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y pasaron por Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre será entregado en mano de los hombres que le matarán, y después de muerto, a los tres días resucitará.”

Los apóstoles se pusieron muy tristes, pero no entendía aquello y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y, entrando en la casa, Jesús les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?” Ellos no contestaron, porque por el camino discutían quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce discípulos, y les dijo: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos.”

Y, llamando a un niño, lo puso en el centro de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de Dios. El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí.”

Palabra del Señor.

R.-Gloria a ti, Señor Jesús

Hacerse niños


Hacerse como niños y acoger a los niños. ‘El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí’. Acoger al pequeño y al humilde; acoger y aceptar al que nadie quiere y se menosprecia, acoger al que nos parece insignificante y que nada vale; acoger al que no cuenta, y al que pasa desapercibido; acoger a todos sin diferencia ni distinción.

Cuando nos vamos haciendo mayores cuánta malicia vamos dejando entrar en el corazón; cuantos sueños y apetencias de grandezas, de relumbrones, de figurar para que me tengan en cuenta; cuánta soberbia se nos va metiendo en la vida. Cuando nos vamos haciendo mayores, nos creemos tan grandes e importantes que nos permitimos hacer distinciones, discriminaciones: éste me gusta y este no; aquel me cae bien y este otro no lo soporto; aquel me dijeron que era no sé qué y este no es de los míos, de mis amigos o de los de mi tierra.


Jesús nos pide un estilo nuevo para los que vamos a pertenecer a su Reino. Por eso nos dice que nos hagamos como niños y que acojamos a los niños. Es una mirada nueva la que he de tener hacia el hermano, una actitud nueva en mi corazón, pero también en mis actitudes y en los gestos externos que tenga en mi relación con los demás,
¿Quién será el más importante en el Reino de los Cielos? Hagámosle caso a Jesús, pongamos esas actitudes nuevas en nuestro corazón, y comencemos a relacionarnos de una forma nueva y distinta.

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 13 de septiembre de 2009.




Resumen de la homilía:

El pueblo de Israel esperaba un Mesías, rey poderoso, que expulsase a los romanos. La gente, al oírle hablar y ver sus milagros, piensa que es uno de los antiguos profetas. Jesús le pregunta a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Cuando Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, no comprende que tiene que sufrir y morir. Ellos eran judíos y por tradición esperaban la venida de un Mesías triunfador. Jesús les dice: “El que quiera venir conmigo, que cargue su cruz y me siga.” ¿Qué cruz? Los sufrimientos que produce la fidelidad a nuestra vocación. No basta con admirar sus palabras y milagros, Hay que elegirle a Él sobre todo. Es necesario sentirse seducidos por Jesús, atraídos por su amor y amistad. Necesitamos tener una experiencia de encuentro con Jesús para fortalecer nuestra fe. No basta presumir de tener fe, necesitamos manifestar esa fe en nuestra vida de cada día.

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Estas son las lecturas del día 13 de septiembre de 2009.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro del profeta Isaías. (50, 5-9)


El Señor me abrió el oído y yo lo acepté: puse mi espalda a los que me golpeaban, la cara a los que me tiraban de la barba; no me tapé el rostro a las burlas y a los que me escupían.

El Señor me ayuda, por eso no sufría con el daño que me hacían; yo puse la cara dura como la piedra, sabiendo que no quedaría frustrado.

Tengo cerca al que me defiende, ¿quién peleará contra mí? Presentémonos juntos.

¿Quién tiene algo contra mí? Que venga a mi lado. El Señor me ayuda ¿Quién me condenará?

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL. 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9.


R.-Caminaré delante del Señor.


Amo al Señor, porque escucha mi petición,

porque me ayuda cuando le pido.


R.-Caminaré delante del Señor.


Estaba cerca de la muerte, con tristeza y angustia.

Pedí ayuda al Señor: “Señor, salva mi vida.”


R.-Caminaré delante del Señor.


El Señor es bueno y justo,

nuestro Dios es compasivo;

el Señor cuida a los sencillos:

cuando yo no tenía fuerzas, me salvó.


R.-Caminaré delante del Señor.


Sacó mi alma de la muerte,

mis ojos de las lágrimas,

mis pies de la caída.

Caminaré delante del Señor

en el país de la vida.


R.-Caminaré delante del Señor.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol Santiago.


Hermanos míos: Si una persona dice: Yo tengo fe, pero no hace buenas obras, la fe no vale.

La fe sola no puede salvar. Por ejemplo: un hermano mío tiene hambre y no tiene ropa, y una persona le dice: “Dios te ayude”; y no le da comida ni ropa, su fe no vale nada.

La fe, si no tiene obras, es una fe muerta.

Alguna persona dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por mis obras, te probaré mi fe.”

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (8, 27-35)


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos fueron a las aldeas de Cesarea; por el camino, Jesús preguntó a sus discípulos: “La gente, ¿quién dice que soy yo? Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan Bautista; otros, que el profeta Elías, y otros, que eres uno de los profetas.”

Jesús les preguntó: “Y vosotros, ¿quién pensáis que soy yo?

Pedro dijo: “Tú eres el Mesías,” el Hijo de Dios.”

Jesús les prohibió decírselo a nadie. Y empezó a enseñarles: “El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, muerto y resucitar a los tres días.” Se lo explicaba muy claro.

Entonces Pedro llevó a Jesús aparte y le regañó.

Jesús miró a Pedro y le dijo: “¡Apártate, Satanás!” “¡Tú piensas como los hombres, no como Dios.!”

Después Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “La persona que quiera venir conmigo, que coja su cruz y me siga. El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.



El Mesías


Jesús pregunta a sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Jesús quiere saber cuál es la respuesta personal de los apóstoles, pero Pedro se adelanta de modo decidido y responde por cuenta de los demás: “Tú eres el Cristo, tú eres el Mesías”

Y si Jesús nos preguntara en este momento: “¿Quién dices tú que soy yo?”. ¿Cuál sería nuestra respuesta? Cada uno debe dejarse tocar personalmente por la pregunta: “Y tú, ¿quién dices que soy? ¿Qué soy yo de verdad para ti?”. Jesús no desea una respuesta apresurada, irreflexiva, debemos dar una respuesta madura, que nazca de la sinceridad de nuestro corazón.

Para responder adecuadamente debemos conocer al Cristo real, al Cristo crucificado, al Cristo que se hace donación desde Belén hasta el Gólgota. Al Cristo Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.

Este mismo pasaje evangélico en el que estamos reflexionando nos invita a considerar la cruz como un elemento esencial en nuestro seguimiento de Cristo. En la cruz, Jesús ha derramado toda su sangre para liberarnos del pecado, por eso la cruz ha sido transformada en signo de bendición. Cuántas veces vemos las dificultades como mala suerte, como un obstáculo que hay que superar o tolerar, como un simple mal día, pero en lugar de ver la vida sólo con “ojos humanos”, veámosla con sentido espiritual y descubramos detrás de cualquier pequeña cruz una ocasión de ofrecimiento al Padre y de un más cercano seguimiento de Cristo.

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 5 de septiembre de 2009.




Resumen de la homilía:

Isaías: “Mirad a Dios que nos trae la salvación.” El Señor Ha sido mi fuerza y salvación. Dios es compasivo y misericordioso. Jesús, Hijo de Dios, Dios visible, tiene lástima del sordomudo y lo cura. Jesús dice: ¡Ábrete! No sólo al sonido, también a la vida espiritual, a la Palabra de Dios. Lo peor no es la falta de los sonidos, lo peor es la falta de amor que los margina. La buena Noticia llega a los pobres, sobre todo a los pobres espirituales. El milagro es un signo de que el Reino de Dios ha venido a nosotros. El que no oye y el que no quiere oír, no le interesa. Por ignorancia. ¡Si conocieran lo importante que es encontrarse con Jesús, ser seducidos por Él! Oír y escuchar. Escuchar es oír con el corazón. Dios habla a nuestros corazones. Somos sordos cuando oímos la Palabra de Dios y no hacemos caso, no colaboramos. No compartimos el amor que recibimos de Dios.

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Estas son las lecturas del día 5 de septiembre de 2009.

PRIMERA LECTIRA


Lectura del libro del profeta Isaías. (35, 4-7a)


Decid a los cobardes de corazón: Deben ser fuertes, no tener miedo. Mirad a vuestro Dios que trae la salvación, viene en persona a salvarles.

Se abrirán los ojos del ciego y los oídos del sordo, el cojo saltará como un ciervo, el mudo cantará. Porque brotaron aguas en el desierto, y se convertirá en un lago la tierra seca, lo reseco en una fuente.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL.


R.-Alma mía, alaba al Señor.


El Señor es eternamente fiel,

hace justicia a las personas oprimidas,

y da pan a los que tienen hambre.

El Señor da libertad a los presos.


R.-Alma mía, alaba al Señor.


El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor da fortaleza a los débiles,

el Señor ama a los buenos,

el Señor cuida a los peregrinos.


R.-Alma mía, alaba al Señor.


El Señor cuida al huérfano y a la viuda

y confunde a las personas malas.

El Señor reina eternamente,

Tu Dios, por los siglos de los siglos.


R.-
Alma mía, alaba al Señor.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol Santiago. (2, 1-5)


Hermanos míos: No unan la fe en nuestro Señor Jesucristo con la falta de justicia.

Por ejemplo: vienen dos hombres a nuestra reunión religiosa. Uno viene bien vestido y con anillos en los dedos; el otro es un pobre mal vestido.

Le dicen al bien vestido: “Por favor, siéntate aquí, en este lugar mejor.” Al pobre, le dicen: “ponte ahí de pie o siéntate en el suelo.”

Si hacen eso, están haciendo diferencia entre esas dos personas, están obrando y juzgando mal.

Queridos hermanos, Dios escogió a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a las personas que lo aman.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO.


Lectura del santo Evangelio según san Marcos. 7, 31-37.


En aquel tiempo, Jesús fue hacia el lago de Galilea. Y le presentaron una persona sorda que, además, no podía hablar; y le piden a Jesús que le imponga las manos.

Jesús, separó al sordo de la gente, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Después, mirando al cielo dijo: “Effetá”, que quiere decir “Ábrete.” Y el sordomudo empezó a oír y hablar.

Jesús les mandó que no lo dijeran a nadie; pero todas las personas hablaron del milagro.

Y asombrados decían: “Jesús, todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesús rompe nuestro aislamiento


Presentaron a Jesús un sordo, que apenas podía hablar. Nos sorprende que, a diferencia de otros casos, Jesús hace gestos: aparta al sordomudo, le mete los dedos en los oídos y le tocó la lengua con su saliva. No son gestos mágicos de brujo, sino pedagogía para suscitar la fe en un hombre sordo, que no puede oir las palabras, y de un mudo que no puede expresar su petición, que es su oración. En otros casos han sido suficientes las palabras: "Todo es posible para el que cree" (Mc 9,23); "Mujer, ¡qué grande es tu fe!" (Mc 15,28); "tu fe te ha curado" (Lc 8,48). En el caso presente, los gestos eran la única manera de poder llegar a la conciencia de aquel enfermo minusválido.

Nosotros hacemos lo mismo cuando tenemos que comunicarnos con estos pobres deficientes que no oyen ni hablan. Con los gestos Jesús quiere decirle al sordomudo que está dispuesto a curarle. Los gestos de Jesús eran una parábola en acción, que indicaba la curación, y excitaba la fe del enfermo. Y como para alejar el pensamiento de que aquellos no eran ritos mágicos sino obra del Padre Dios, Jesús miró al cielo, indicando de dónde iba a proceder el milagro de la curación, gimió, expresando el dolor que le producía aquel sufrimiento a su sensibilidad delicada y misericordiosa, y dio la orden: "Ábrete". Y comenzó el enfermo a hablar sin dificultad. La gente, impresionada a pesar de que Jesús les mandó que no lo dijeran a nadie, proclamaba el milagro admirada de la actuación del Señor, que "todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".