IV DOMINGO DE CUARESMA

Esta es la homilía del día 13 de marzo de 2010.

Ahora el video también con sonido

Resumen de la homilía:

Los judíos decían que Jesús se reunía y comía con publicanos y pecadores. Jesús les respondía que los enfermos son los que necesitan médico, los sanos no. Él vino al mundo y se sacrificó para salvar a los pecadores, que todos somos pecadores. El hijo se separó del padre y vivió una vida de libertad y vicio. Cuando se vio sin dinero ni comida, entonces se acordó de su padre. Dijo: “Me levantaré, iré a la casa de mi padre y le pediré perdón.” Nosotros, por el vicio y el pecado nos apartamos del Padre Dios. Entonces recordamos otros tiempos de paz y felicidad en la comunidad cristiana. No tener miedo del encuentro con el Padre, que, antes de llegar, nos ha dado el perdón. El Padre nos espera con los brazos abiertos en el Sacramento de la Confesión. Dios es Amor y quiere, desea el regreso de todos sus hijos a la Casa del Padre. En el cielo hacen fiesta por cada pecador que se convierte. "Porque este hijo estaba muerto y ha resucitado, estaba perdido y lo hemos encontrado." Hay que rechazar el pecado de orgullo y, con humildad, volver al Amor de Dios.

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Estas son las lecturas del día 13 de marzo de 2010.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Josué. (5, 9. 10-12)


En aquellos días, el Señor dijo a Josué: “Hoy libraré a mi pueblo de la vergüenza de Egipto.” Los israelitas pusieron sus tiendas en el campo de Guilgal y celebraron la fiesta de la Pascua por la tarde del día catorce del mes, en la llanura de Jericó.

El día siguiente a la Pascua, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas de trigo fritas. Cuando empezaron a comer del fruto de la tierra, se acabó el maná, y aquel año comieron del fruto de la tierra de Canaán.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 33, 2-3. 4-5. 6-7


R.-Gustad y ved que bueno es el Señor.


Yo alabo siempre al Señor,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se alegra en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren.


R.-Gustad y ved que bueno es el Señor


Anunciar conmigo la grandeza del Señor,

alabemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis angustias.


R.-Gustad y ved que bueno es el Señor.


Contemplarlo, y quedaréis felices,

vuestro rostro no se avergonzará.

Si la persona triste llama al Señor, Él lo escucha

y lo salva de sus angustias.


R.-Gustad y ved que bueno es el Señor.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 17-21)


Hermanos: El que es de Cristo es una persona nueva. Lo antiguo ha pasado, y todo se hizo nuevo. Todo esto viene de Dios, que con Cristo se unió a nosotros, y nos encargó la obra de hacer la paz.

Por Cristo, Dios ponía al mundo en paz con Él; a los hombres ya no les recordaba sus pecados y a mí me encargaba la obra de hacer la paz. Por eso, nosotros obramos como enviados de Cristo, y es igual que si el mismo Dios les hablara.

En nombre de Cristo les pedimos que hagan la paz con Dios.

A Cristo que no hizo pecado, Dios lo sacrificó por nosotros, para que nosotros, unidos a Él, participemos de la vida santa de Dios,

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (15, 1-3. 11-32)


En aquel tiempo, los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. Y los fariseos decían: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos.”

Jesús les dijo esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el más joven dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me pertenece:” El padre dividió sus propiedades entre los dos hijos.

Unos días después, el joven se fue a un país lejano, y allí gastó todo su dinero en fiestas y mala vida. Cuando se le acabó todo el dinero, hubo un tiempo de mucha hambre en aquel país, y el joven no tenía que comer.

Empezó a buscar trabajo y un señor le dio el trabajo de cuidar cerdos. Tenía hambre, y deseaba coger la comida de los cerdos, pero nadie le daba comida.

Entonces pensaba: ¡Cuántos trabajadores de la casa de mi padre tienen pan y buena comida, y yo aquí me muero de hambre!

Voy a la casa de mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra Dios y contra ti, ya no puedo llamarme hijo tuyo.” Y volvió a la casa del padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio, y muy emocionado, fue corriendo al encuentro de su hijo, lo abrazó y lo besó.

El hijo empezó a decirle: “Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no puedo llamarme hijo tuyo.”

Pero el padre dijo a sus criados: “Deprisa, traer la mejor ropa y vestirle, ponerle un anillo en el dedo y zapatos en los pies. Maten un becerro y celebremos un banquete con alegría, porque este hijo mío estaba muerto y ha resucitado; estaba perdido, y lo encontramos.” Y empezaron el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo; y al venir a la casa oyó la música y preguntó a uno de los criados qué pasaba. El criado le dijo: “Ha regresado tu hermano, y tu padre mandó matar un becerro, porque tu hermano ha venido bien.”

El hermano mayor se enfadó y no quería entrar en la casa.

El padre salió a buscarle y le pedía que entrase en la casa a la fiesta. Pero el hijo dijo al padre: “Hace muchos años que vivo contigo y siempre te obedecí, y nunca me diste un becerro para hacer una fiesta con mis amigos, y ahora que viene este hijo tuyo, que ha gastado todo su dinero con malas mujeres, y le matas un becerro y haces una fiesta.”

El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis propiedades son tuyas; pero es justo celebrar una fiesta y alegrarnos, porque tu hermano había muerto y ha resucitado; estaba perdido y lo hemos encontrado.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.