LA FE NO SE HEREDA

D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.

D. José: Escúchame, Paco. Antes la vida de los pueblos de España era diferente. Todos eran católicos. Todos iban a Misa los domingos al oír las campanas. El Sr. Cura era una persona importante, Las fiestas, el cumplimiento pascual, las procesiones, las novenas…Unas personas hacían todas esas cosas convencidas de su fe…Otras iban por la fuerza de la costumbre…
Esas personas que habían heredado costumbres religiosas, cuando se fueron a vivir a Madrid, Barcelona o a trabajar a Francia, Alemania, Suiza, encontraron costumbres diferentes que las de sus pueblos, y su vida cambió. Se olvidaron de las costumbres heredadas de sus abuelos y padres, y…perdieron la fe.
¿Tenían fe, de verdad? ¡sólo Dios lo sabe!. Porque, mira, Paco, la fe no se hereda, lo que se hereda son las costumbres religiosas. ¡¡Si esas personas que cambiaron de residencia hubiesen tenido fe de verdad, seguramente no la hubiesen perdido!

Paco: Tiene Vd. mucha razón, Sr. Cura. Por eso le digo yo a mi hija Ana, que se quiere casar con uno del pueblo que trabaja en Francia: “Hija, mucho cuidado, porque tu novio está respirando los malos vientos de esos protestantes y ateos.”
Nosotros queremos que en la familia se hagan las cosas como Dios y la Iglesia mandan.

D. José: Muy bien dicho, Paco, pero piensa que tu hija y su novio ya son mayores de edad y hay que respetar sus ideas. Podemos aconsejarles, pero después, que ellos obren de acuerdo con sus conciencias.
¿Tú sabes si tu hija y el novio son creyentes, tienen fe?

Paco: Por mi hija pongo yo las dos manos en el fuego, se lo juro a Vd. por lo más sagrado. Ella, desde niña va a la Misa de los domingos, y ahora de mayor está metida en unos grupos que saltan y cantan, y que los llaman carismáticos o algo así.
A mi esas cosas religiosas nuevas no me entran. Para mí en la iglesia todos serios y con respeto al buen Dios que hay allí; pero esos jóvenes de ahora… han cambiado la religión que me enseñó mi madre: fidelidad y sacrificio por los demás.
En cuanto al novio ¡vaya Vd. a saber! Porque ya vengo sospechando algo, pues el otro día me di cuenta que mi hija hablaba a escondidas con su madre, seguro para que yo no me enterase, y escuché algo del juez, de civil y esas cosas que el demonio ha metido en la cabeza de muchos cristianos; pero yo, esté Vd. tranquilo, Sr. Cura, que ¡por eso no paso!

D. José: Cálmate, Paco. Ya te he dicho que para recibir cualquiera de los sacramentos de la Iglesia católica se necesita tener fe, y si el novio o los dos han decidido casarse por lo civil, por no tener fe, o no estar seguros, tú y tu mujer deben respetarles y aconsejarles de la importancia de vivir de acuerdo con la fe que enseña la Iglesia. Diles que vengan a verme, y con la ayuda de Dios intentaré informarles bien sobre la importancia de la fe y los sacramentos.

Paco: Vd. sabe bien, D. José, que los jóvenes no tienen experiencia de la vida, y si mi hija y el novio se casan por el juez, después ¿pueden cobrar los puntos en el trabajo?

D. José: Claro que sí, Paco, sólo hace falta presentar el “Libro de Familia”. Ese libro no lo da la Iglesia, lo da el Juzgado.
Para la Iglesia no habrá recibido el sacramento, pero ante la ley estarán tan casados como cualquier otro matrimonio cristiano.
Cuando no hay fe, no deben hacer la comedia de casarse “por la Iglesia”. No es honrado.

El sacristán