V DOMINGO DE CUARESMA

Esta es la homilía del día 20 de marzo de 2010.

Ahora el video también con sonido

Resumen de la homilía:

Conocer a Jesús es todo, lo más valioso de nuestra vida. Lo conocemos por la fe, un don de Dios. No basta conocer su historia. Pero necesitamos una experiencia personal de encuentro con Jesús. Sentirnos seducidos por Él. “Me sedujiste y me dejé seducir” Jeremías. La Ley de Moisés manda apedrear a las mujeres adúlteras. San José sabía que María era santa, pero ¿cómo esperaba un hijo? Prefirió marcharse en secreto para no acusarla por adúltera. El ángel le dijo: “María tendrá un hijo por obra del Espíritu Santo.” Los fariseos quieren ponerle una trampa a Jesús. Si dice que perdonen a la mujer adúltera, Jesús desobedece la Ley. Si dice que la apedreen, se contradice, porque siempre habla del perdón. El que no tenga pecado que tire la primera piedra. Y todos se van. ¿Nadie te ha condenado? Yo tampoco. Vete en paz y no peques más. Ella sintió que todos la despreciaban, pero Jesús la amó así como era.

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Estas son las lecturas del día 20 de marzo de 2010.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Isaías. (43, 16-21)


Así dice el Señor, que hizo camino en el mar y sendas en las aguas fuertes; que llevó a la batalla carros y caballos, soldados valientes; caían y no se levantaban, se apagaron como luz que se acaba.

No recuerden lo del pasado, no piensen en lo antiguo; mirad que yo hago algo nuevo; ya está naciendo, ¿no lo ves? Abriré un camino en el desierto, ríos en la tierra seca.

Me glorificarán los animales del campo, porque ofreceré agua en el desierto, río en lo seco, para apagar la sed de mi pueblo, de mi elegido, el pueblo que yo hice, para que anunciara mi alabanza.”

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


SALMO RESPONSORIAL 125, 1-2. 2-3. 4-5. 6


R.-El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.


Cuando el Señor cambió la suerte del monte Sión,

parecía que soñábamos:

la boca se llenaba de risa, y cantábamos mucho.


R.-El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.


Hasta los extranjeros decían:

El Señor ha estado grande con ellos.”

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.


R.-El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.


Que el Señor cambie nuestra suerte,

como los ríos del Negueb.

Los que sembraban llorando, recogen cantando.


R.-El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.


Al ir, iba llorando, llevando la semilla;

al volver, vienen cantando, trayendo sus gavillas.


R.-El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. (3, 8-14)


Hermanos: Para mí el conocer a Jesús, el Señor, es lo más importante. Por mi amistad con Jesús yo perdí todo, pero si puedo conseguir la unión con el Señor, todas las otras cosas no valen nada. Mi deseo es vivir con Jesús por la fe.

Para conocer a Jesús, y la alegría de su Resurrección, y la unión con sus sufrimientos, muriendo como Él, para poder resucitar igual que Jesús después de la muerte.

Yo todavía no he conseguido el premio, pero trabajo para recibir el premio que el Señor da a los que son fieles.

Yo sólo busco una cosa, olvidarme de las cosas pasadas y continuar hasta la meta, para recibir el premio que Dios da a los que viven en unión con Jesús.

Palabra de Dios.


R.-Te alabamos Señor.


EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Juan. (8, 1-11)


En aquel tiempo. Jesús subió al monte de los Olivos. Al amanecer fue al templo y toda la gente acudía a Él, se sentaba y les enseñaba.

Los escribas y fariseos trajeron una mujer sorprendida en adulterio, y, poniéndola en medio, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer la han visto en adulterio. La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”

Preguntaban esto a Jesús para comprometerlo y acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como volvían a preguntarle, se levantó y les dijo: “La persona que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.” E inclinándose otra vez, siguió escribiendo en el suelo.

Ellos, al oírlo, se fueron marchando uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedaron solos Jesús y la mujer.

Jesús se levantó y preguntó a la mujer: “Mujer, ¿dónde están los que acusaban?; ¿ninguno te ha condenado?

La mujer respondió: “Ninguno, Señor.”

Jesús le dijo: “Yo tampoco te condeno. Vete en paz, y ya no peques más.”

Palabra del Señor.


R.-Gloria a ti, Señor Jesús.