LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


AMIGO, PASE Y PREGUNTE



D, JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.


D. José: Hola, Paco. Buenos días nos dé Dios. ¡Qué sorpresa! ¿Qué te trae por aquí?


Paco: Tenía que visitar a unos amigos, y aproveché para preguntarle de un tema que anoche discutimos en el bar, y nadie supo quién tenía razón.


D. José: Explícame el tema y veremos quién tenía razón, porque de cultura religiosa andan flojos todos los que acostumbran visitar el bar.


Paco: Quiero que me diga claro: ¿Cuando Jesús Resucitó se fue enseguida al Cielo con su Padre o se quedó un tiempo con su Madre y los discípulos? Le pregunté a mi mujer y me dice que se quedó cómo un mes con los suyos.


D. José: Vayamos por partes, Es verdad lo que dice tu mujer, pero no fue un mes sino cuarenta días.


Paco: ¿Cuarenta días? ¿Y qué hacía? ¿De vacaciones? ¿No tenía miedo de que lo pudieran matar otra vez?

D. José: Según dicen “Los Hechos de los Apóstoles”, libro que escribió el Apóstol san Lucas, se quedó “dándoles pruebas de que estaba vivo y hablándoles del reino de Dios.”


Paco: Vaya por Dios, y ¿lo hacía a escondidas para que los demás no lo vieran y volvieran a llevárselo preso?


D. José: No, amigo Paco. No podían cogerlo ni verlo; sólo aquellos a quienes se presentaba, porque Jesús resucitado tenía cuerpo glorioso, espiritualizado, como todos los que están en el cielo.


Paco: ¡Qué cosa más rara y difícil de entender! Sería así como deben ser los fantasmas, ¿no?


D. José: Nada de eso, con su propio cuerpo, las heridas de las manos y en el costado que le hicieron al clavarlo en la cruz, y que el apóstol Tomás tocó para asegurarse de que era el mismo Jesús.


Paco: ¿Y se convenció de que era el mismo Jesús que habían matado?


D. José: Y tanto, que cayó de rodillas y exclamó: ¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: “Tomás, tu has creído porque has visto, pero ¡más felices serán los que crean sin haber visto.” Esos somos nosotros.


Paco: ¡Increíbles las cosas del Señor! Pero si no tenemos fe y bien fuerte como la suya ¡no veo forma de poder comprenderlas! No sé que pensarán los del bar.


D. José: Los del bar y muchos más necesitan tener fe, que es un don de Dios, que unos aceptan y otros rechazan, lo que es un misterio esa decisión personal.


Paco: ¿Y después que pasó? Porque estamos hablando de que el Señor se fue al Cielo.


D. José: Jesús les dijo: “Esperen que se cumplan las promesas de mi Padre, porque en unos días seréis bautizados con Espíritu Santo, y recibiréis la fuerza para ser mis testigos hasta el fin del mundo.”


Paco: Todo eso son cosas maravillosas, como todas las cosas de Dios. Se me ponen los pelos de punta en pensarlo que me pasara a mí. Y Jesús ¿despareció?


D. José: Jesús los llevó a Betania y, levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía se separó de ellos, y lo vieron levantarse y subir al cielo, hasta que una nube lo cubrió y no lo vieron más.


Paco: ¡Cómo sería la tristeza de sus discípulos al verlo marcharse! Seguro que llorarían.


D. José: Entonces se presentaron dos Ángeles vestidos de blanco que les dijeron: “¿Qué hacéis mirando al cielo? El mismo Jesús que se fue al cielo vendrá otra vez igual que le vieron marcharse.”


El sacristán.