DIÁCONO PERMANENTE


AMIGO, PASE Y PREGUNTE


D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.


Paco: D. José, buenos días. Fui con mi mujer al médico de la capital y hoy venimos.


D. José: Hace tiempo que no te veía. Y ¿qué tiene tu mujer, para ir al especialista?


Paco: Los nervios y poco aguante. El doctor dijo que no tiene nada y que descanse.


D. José: Me alegro mucho de que no tenga nada grave, porque a ti te hace falta, y en la parroquia colabora mucho y muy bien. La necesitamos.


Paco: Es verdad que la necesito, pero Vd. verá que ella acaba conmigo. Los que están mal de los nervios no se mueren, al contrario, ¡matan a los demás!


D. José: Llévalo con paciencia, que es una virtud. ¿Qué novedades hay?


Paco: Vengo asombrado de los cambios de la Iglesia. En la Misa del domingo en la iglesia de Los Dolores, ví al marido de una prima, que se puso la bata blanca de un cura y la faja verde, leyó el Evangelio, predicó la homilía, y dio la comunión a la gente, casó a una pareja de novios y, al final, bautizó a dos niños. Yo pensé que el Cura, que ya es mayor, como la mayoría, estaría enfermo. ¡Vaya sorpresa!


D. José: No, Paco. D. Pedro, el Cura, es amigo mío, y no está enfermo. Es que el marido de tu prima se ordenó de Diácono Permanente, y ahora colabora con el Cura en el servicio de los fieles de la parroquia, haciendo un buen trabajo pastoral.


Paco: Y la mujer y los hijos, ¿qué? ¿Los deja abandonados en manos de Dios?


D. José: Nada de eso. Para poder ordenarse de Diácono necesitó el permiso escrito de su mujer, con la que sigue teniendo una vida normal, lo mismo que con los hijos.


Paco: Y ¿ese hombre estudió latines y otras ciencias de Dios que estudian los Curas?


D. José: Claro, en seis años estudió Teología, Liturgia y lo que se estudia ahora.


Paco: ¿Y dejó de trabajar? Entonces, ¿de qué comieron su mujer y sus hijos esos años?


D. José: Siempre trabajó por las mañanas, y por la tarde estudiaba en el Seminario.


Paco: Bendito sea Dios, ¡lo nunca visto! ¿Cuándo empezó eso del Diaconado? ¿Es cosa nueva de los Curas modernos? ¡Qué cosa más rara!


D. José: Paco, el Diaconado es muy antiguo. Los apóstoles, para poder atender a su misión, eligieron siete hombres espirituales y prudentes, les impusieron las manos y los ordenaron de Diáconos, que significa servidores, para ayudar en el servicio de caridad a las viudas y a los pobres.


Paco: Y ¿qué cosas hacían? ¿Igual que hizo el marido de mi prima, o más cosas?


D. José: Más o menos, al principio tendrían otras necesidades porque estaba empezando la Iglesia.


Paco: Pues yo nunca lo había visto ni oído. ¿Fueron importantes esos Diáconos?


D. José: Muy importantes, el más famoso fue san Esteban, el primer mártir cristiano. Murió apedreado. Otro Diácono famoso fue san Lorenzo, que murió quemado vivo, en tiempos de las persecuciones romanas. También fue Diácono san Francisco de Asís.


Paco: Muy interesante. Si fuera joven y mi mujer me diera permiso, también sería Diácono.


D. José: Primero está la llamada de Dios, la vocación, para pertenecer a la jerarquía de la Iglesia: Obispo, Sacerdote, Diácono. Todos, como Cristo, en una misión de servicio-


El sacristán