DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta es la homilía del día 31 de julio de 2010.

Ahora el video también con sonido


Homilía 31-07-2010

Ahora el video también con sonido

Resumen de la homilía:

Hay que recordar siempre que “todo pasa, sólo Dios permanece.” Un día todo se acabará y nos encontraremos delante de Dios. Y en ese momento principal de la vida, Dios nos examinará en el amor. El Señor nos pide que nuestra preocupación primera debe ser ir al Cielo. Dios nos ha creado para la felicidad perfecta, que está del Cielo. San Pablo dice: “Pongan el corazón en los bienes del Cielo.” Los bienes que valen para el Cielo son las obras buenas que hacemos cada día. La principal es amar a Dios y manifestarlo en el amor a los demás. Al morir no podemos llevar los bienes materiales, sólo las obras buenas que hicimos. El rico de la parábola sólo piensa en vivir bien, no piensa en el cielo ni en los pobres.

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Estas son las lecturas del día 31 de julio de 2010.


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico. (1, 2; 2, 21-23.)

¡Todo es vanidad! Dice Qoelet; Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y suerte, y tiene que dejarle su herencia a uno que no ha trabajado. También eso es vanidad y grave desgracia.

Entonces, ¿qué gana el hombre con todos los trabajos y preocupaciones que le cansan cada día? De día es tener sufrimiento y penas, de noche su mente no descansa. También esto es vanidad.

Palabra de Dios

R.-Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL 89, 3-4, 5-6. 12-13

R.-Señor, tú has sido siempre nuestro refugio.

conviertes al hombre en polvo,

Diciendo: “Volved, hijos de Adán.”

Mil años delante de ti son un ayer, que pasó;

una vela en la noche.

R.-Señor, tú has sido siempre nuestro refugio.

Los siembras cada año, como hierba que renace:

que florece y brota nueva por la mañana,

y por la tarde la cortan y se seca.

R.-Señor, tú has sido siempre nuestro refugio.

Enséñanos a calcular nuestros años, para tener un corazón bueno.

Míranos, Señor, ¿hasta cuando? Ten compasión de tus siervos.

R.-Señor, tú has sido siempre nuestro refugio.

R.-Por la mañana danos tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y risa.

Venga a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas nuestras obras.

R.-Señor, tú has sido siempre nuestro refugio.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (3, 1-5, 9-11)

Hermanos: Ya que han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde está Cristo, a la derecha de Dios; deseen los bienes del cielo, no los del mundo.

Porque ya han muerto, y tienen la vida con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán, junto con Él en la gloria. Quitar todo lo terreno que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, la pasión, la avaricia que es una idolatría. No continúen engañándose unos a otros. Abandonen el hombre viejo, con sus obras, y revístanse del hombre nuevo, que se va transformando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. En esta vida nueva no hay diferencia entre judíos y gentiles, bárbaros y sabios, esclavos y libres, porque Cristo es el resumen de todo y está en todos.

Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas. 12, 13-21

En aquel tiempo, un hombre le dijo a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.”

Jesús le contestó: “Amigo mío, ¿quién me ha nombrado a mi juez para repartir herencias.” “Tengan cuidado de toda avaricia, porque aunque una persona sea muy rica, sus riquezas no le dan la vida del cielo.”

Y les dijo esta parábola: “Un hombre rico recogió muchos frutos de sus campos. El rico pensó: ¿qué puedo hacer, porque no tengo almacenes para guardar todos los frutos recogidos? Ya sé lo que voy a hacer: Destruir mis almacenes y hacer otros más grandes, y guardar allí todos los frutos recogidos.”

Después puedo decir: “Alma mía, tienes riquezas para muchos años; descansa, come, bebe y diviértete.”

Pero Dios le dijo: “Tonto, vas a morir esta misma noche. ¿Para quién serán todas las riquezas que has guardado?”

“Esto es lo que le pasa a la persona que reúne riquezas pensando sólo en él y no trabaja para Dios.”

Palabra del Señor.

R.-Gloria a ti, Señor Jesús.


LA MISA

AMIGO, PASE Y PREGUNTE



D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.

D. José: Hola, Paco. ¿Qué hay de nuevo? No es normal que me visites el domingo.

Paco: Mire, Sr. Cura, si no vengo y me desahogo, reviento. Mi mujer, con los años ¡está imposible! Hay que hacer siempre lo que ella dice.

D. José: Bueno, tú también tienes tus años y, por lo que dice tu mujer, no creo que seas un santo. Tú la aguantas a ella y ella te aguanta a ti.

Paco: Santo, lo que se dice santo, sólo ha habido uno, Jesucristo. Los demás aparentando lo que no son. El Papa y pocos más serán santos.

D. José: Bueno, pues me alegro de verte en mi casa, pero cuenta qué ha pasado; échalo fuera.

Paco: Pues nada, la mujer, como Vd. sabe bien, una beata, pero mandona y pesada como ninguna. Una dictadora de primera clase.

D. José: Hombre, beata no. Ella va a Misa, reza el rosario, reza por ti también, hace sus obras buenas y eso no es ser beata. ¿Te has quedado algún día sin comida? Ella se preocupa de ti y de tus hijos; siempre tiene la ropa limpia y arreglada, tu casa está limpia como un sol, te es fiel. Entonces. ¿qué más quieres?

Paco: ¡Que me deje tranquilo! Las cosas de la religión son voluntarias, ¿sí o no? Siendo así ¿por qué se empeña en sacarme de la cama para llevarme a la Misa? ¿No se puede descansar un domingo? Toda la semana madrugando para llevar dinero a casa y encima esto. Las mujeres ¡en todo quieren mandar!

D. José: Yo no lo veo así, amigo Paco. Tu mujer se preocupa de que su familia cumpla con sus obligaciones cristianas, porque ¡no sólo de pan vive el hombre! ¿Es que ya no tienes fe?

Paco: Vuelta con la fe. ¿Qué tiene que ver mi fe con la Misa? Yo tengo a Dios en el corazón, y la Misa, se lo digo en confianza, y Vd. perdone, ¡me aburre! Como se lo digo, ¡no me dice nada!

D. José: Entonces, ¿ya Jesucristo no te dice nada? ¡Cómo ha cambiado tu fe de antiguo monaguillo!

Paco: No confunda, Sr. Cura. Jesucristo me llena, pero el Cura en la Misa, y Vd. perdone, ¡me aburre! Son muchos años oyendo lo mismo y repitiendo las mismas cosas. ¿No ve que se hace pesado?

D. José: Vayamos por partes. No vamos a Misa para ver y oír al Cura, vamos para encontrarnos con Jesucristo y unirnos a Él en la comunión. ¿Está claro esto? Fue el mismo Jesucristo el que dijo: “Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre no tendréis vida en vosotros”. Vida sobrenatural. No confundas las cosas, por favor. Y fue Jesús el que mandó a los Apóstoles: “Haced esto en memoria mía”. La Misa. Puede ser verdad que el Cura sea pesado, que repita las cosas; pero, ¿tú cumples la Palabra de Dios que predica el Cura? Me parece que no, porque no asistes a la Misa. Por eso hay que repetirlo, porque la gente es poco constante: todos empiezan con mucha ilusión, pero sólo perseveran los santos, y te aseguro que los hay.

Paco: Dígame: ¿no tenemos derecho a descansar el domingo, tener unas horas para nosotros después de trabajar como mulos toda la semana? No hay tiempo para más, Sr. Cura. Vivimos en una sociedad y los amigos tiran de uno.

D. José: Perdona, pero no estoy de acuerdo con lo que dices: Yo te he visto en el bar jugando al mus por las tardes; ya sé que te enfadas, gritas e insultas al árbitro en el campo de fútbol; y ¿no tienes media hora a la semana para Dios? ¿Dónde está tu agradecimiento por todo lo que Dios te ha dado? ¿Una mujer buenísima, unos hijos fuertes y trabajadores, una familia unida en el amor, un trabajo donde lo ganas bien. Todo eso son dones de Dios, y Jesús nos advirtió: “Sin mí, no podéis hacer nada” Y en la Misa es donde mejor podemos encontrarnos con Jesús, el Hijo de Dios, que, por cierto, ¡es tu mejor Amigo!

El sacristán