LO MÁS IMPORTANTE


AMIGO, PASE Y PREGUNTE


D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.


Paco: Buenos días, D. José,


D. José: Hola, Paco, buenos días nos dé Dios. Me sorprende tu visita tan temprano.


Paco: Hombre, D. José, a los amigos hay que visitarlos, ¡faltaría más!


D. José: Claro, claro, pero tú sólo vienes a verme cuando hay algún problema y necesitas que te saque el gato del agua, pero no como prueba de amistad.


Paco: Las dos cosas, Sr. Cura, que yo le aprecio mucho, y si lo duda, pregunte a mi mujer.


D. José: No hace falta preguntar a nadie, pero la amistad es una forma de amor, y un sacerdote francés, famoso, decía a sus amigos: “No dejéis crecer la hierba en el camino de la amistad.”


Paco: Se conoce que era francés, porque yo no le entiendo nada de lo que quiere decir eso.


D. José: Pues es muy fácil: si tú pasas por un camino muchas veces, y pisando con frecuencia, entonces no puede crecer la hierba. ¿Me comprendes? Y los amigos deben visitarse con frecuencia, para demostrar que la amistad es verdadera, que hay amor de amistad.


Paco: Vd. sabe más que yo, pero tenía entendido que sólo se amaba a los padres, a la mujer y a los hijos, porque eso de que dos hombres se amen, por muy amigos que sean…da que pensar mal.


D, José: ¿A Dios no se le ama? ¿Cómo demostramos nuestro amor a Dios?


Paco: Pues lo mismo que yo le digo: amando a los padres, a la mujer y a los hijos. Con eso ¿no es suficiente? ¿Dios pide más todavía?


D. José: Lo siento, amigo Paco, pero veo que con los años estás perdiendo la memoria.


Paco: ¿Por qué lo dice? ¿Se puede explicar mejor?


D. José: ¿Cuál es el primer Mandamiento de la Ley de Dios? ¿Te acuerdas? Amar a Dios más que a todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.


Paco: Eso sí es verdad que lo enseñaban en la escuela, pero, en la hora de la verdad, ¿quién es ese prójimo que Vd. dice?


D. José: El que tienes más cerca, a tu lado: tu vecino, tu compañero de trabajo, tu amigo Tomás, el que siempre va al bar contigo a tomarse una caña y a discutir de fútbol.


Paco: ¿Amar yo a Tomás? ¡Pero si es más bruto y tozudo que mi mula! ¿Qué hago, le doy un beso? Por favor, déjelo Vd. en lo de amar a Dios y a la familia y ya está bien, porque a los demás…no sé.


D. José: A ver si me entiendes, Paco. Eso sería un amor egoísta, interesado; y el amor, para que sea verdadero debe ser generoso, sin interés, dando a fondo perdido, como se dio Jesús a los demás.


Paco: Vd. pare, Sr. Cura ¡que Jesús sólo hay uno!


D. José: De acuerdo, pero Jesús mismo nos enseñó con el ejemplo de su vida que el amor a Dios se prueba ¡amando a los demás! No con besos y caricias, sino con el servicio y la ayuda ¡desinteresada! Y si es un amigo con el que te entiendes bien, estoy a gusto con él, nos ayudamos y compartimos nuestras cosas. Eso se llama amor de amistad.


Paco: Despacio, despacio, que yo no tengo tanta letra como Vd., pero ya voy comprendiendo.


D. José: ¡Más vale tarde que nunca! Mira, Jesús eligió a sus discípulos, les enseñó durante tres años, y les dijo: “A vosotros os llamo amigos.” ¿Cómo les demostró su amistad? ¡Muriendo por ellos y por nosotros! Viendo lo que hizo Jesús comprendemos que lo más importante es el amor.


El sacristán.