EL SORDOMUDO Y LA FE


AMIGO, PASE Y PREGUNTE

D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.

Paco: Buenos días, D. José.

D. José: Hola, Paco, buenos días nos dé Dios. ¿Cómo estamos?

Paco: Siempre con problemas. ¡Qué feliz era yo cuando iba a la escuela y sólo tenía problemas de matemáticas!

D. José: ¿Se puede saber cual es el problema que tienes ahora?

Paco: Hombre, como tener, tengo muchos, pero he venido para que Vd. me aclare lo de mi nieto “el mudo”, que ya tiene nueve años.

D. José: No sabía que tenías un nieto sordo, porque nunca lo he visto en la iglesia con los padres.

Paco: ¡Qué no es sordo sino mudo!

D. José: Vamos a ver, ¿el niño oye?

Paco: Que va a oír, ¡si es más sordo que una tapia! No oye ni los golpes del martillo en el yunque. Así la familia piensa que ha nacido inútil.

D. José: Pues por eso no habla el pequeño, porque nació sordo y no puede imitar y aprender las palabras que no oye. Además, están muy equivocados, porque sólo se es inútil cuando se ha perdido la capacidad de amar. Y el niño sordo puede amar.

Paco: Bueno, si Vd. lo dice, será así, pero para el caso es lo mismo; y vamos al grano, al problema que le traigo.

D. José: Me gustaría saber: ¿Por qué tu hija no trae el niño con ella a Misa?

Paco: No sé si le dará vergüenza de que sepan que el hijo no es normal; pero, además, ¿qué va a hacer en la Misa un niño que no oye ni habla? ¡Jugar y molestar a los demás como siempre está haciendo! No sabe hacer otra cosa.

D. José: Pues la culpa es vuestra y de los padres, por no haberle educado bien, ni haberle llevado a un colegio con un profesor especial, y tampoco ha recibido formación religiosa, y es tan cristiano como tú, porque fue bautizado y forma parte de la Iglesia de Jesucristo.

Paco: ¿Pero puede un sordo y mudo tener fe?

D. José: ¡Pues claro que sí! Dios ama a tu nieto lo mismo o más que a ti, porque está más necesitado de ayuda. Yo he conocido muchas personas sordas que son buenos cristianos practicantes, casados por la Iglesia y sus hijos bautizados.

Paco: No lo entiendo, porque mi mujer que se sabe la Biblia de memoria, aunque se olvida de otras cosas más importantes, decía anoche que un tal Pablo, de un pueblo llamado Tarso, o algo así, dijo, hace muchos años: “La fe entra por el oído”, y, por lo que yo veo, mi nieto los tiene completamente cerrados.

D. José: No, amigo Paco, hay que comprender bien las cosas. La fe es un don de Dios que nos viene por el conocimiento, y hay muchas formas de conocer a Dios, de descubrir el amor de Dios.

Paco: Pero si el chico no oye, ni habla, ni sabe leer, ¿cómo se las arregla para encontrar y amar Dios?

D. José Dios lo ama a él, Dios quiere salvarlo, y es Dios quién le busca y viene a su corazón. En el camino de la fe, no es lo más importante oír, lo importante es saber escuchar, y escuchar es oír con el corazón.

Paco: ¿Y cómo se entera el muchacho que Dios ha venido a su corazón, como Vd. dice?

D. José: No te preocupes. Eso es algo muy personal entre el niño y Dios. Lo que sí hace falta es que la familia, empezando por ti, vivan como buenos cristianos dando testimonio de ser hijos de Dios, a través del testimonio de los demás, especialmente los sordos que observan mucho. Dios nos toca el corazón. La fe, amigo Paco, es obra del Espíritu Santo, recuérdalo y vete tranquilo a decírselo a tu mujer.

El sacristán.