LA CATEQUESIS DE LOS SORDOS


AMIGO, PASE Y PREGUNTE

D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO.

D. José: Hola Paco, buenos días y bienvenido a mi casa. ¿A qué se debe tu visita?

Paco: Vd. que es listo, ¡ya lo sabe! Sólo vengo cuando tengo problemas, lo mismo que hacen muchos, que sólo van a la iglesia a hablar con Dios, cuando están con el agua al cuello y no tienen donde agarrarse.

D. José: Encantado de poder ayudarte, mis puertas siempre están abiertas; pero a ver el problema.

Paco: Lo raro es que el problema es más de mi mujer que mío, pues ella casi no duerme, preocupada por llevar el nieto a la catequesis, para que conozca bien al Señor.

Los padres trabajando, cada uno por un lado, y sin interés por la religión, ¡Una pena!

D. José: Pues explícate, porque después tengo una reunión con las catequistas. Muchos niños en la catequesis y pocas catequistas. Es una lástima, pero hacemos lo que podemos. Más difícil todavía con esos niños deficientes.

Paco: Se trata de mi nieto, el mudo, que ya tiene once años y todavía no ha recibido a Jesucristo. Esa es la gran preocupación de la abuela, formar al nieto en nuestra fe, pues él necesita más ayuda de Dios.

D. José: Paco, hace tiempo que te dije que no es mudo, que es sordo. A ellos les molestan les digan mudo.

Paco: Es lo mismo. Si habla es sordo, si no habla, mudo. Más claro el agua.

D. José: Bien, déjalo así. Hablemos de tu nieto. Que lo traiga a la catequesis y veremos lo que se puede hacer.

Paco: Vd. sabe que mi mujer lo ha criado, le lleva al colegio y, cuando pensaba que saldría hablando, se entenderían bien y podría enseñarle las cosas de la fe, ¡cada día se entienden menos! Sólo sabe mover las manos de un lado para otro y muy rápido, pero con la boca ¡no habla nada! Por eso mi mujer teme que en la catequesis no le entiendan y lo dejen de lado, marginado, y el niño se aburra.

D. José: Paco, son nuevos métodos de enseñanza, y yo, sinceramente, tampoco veo clara la cosa.

Paco: Y ahora, eso así, ¿quién prepara al chico para la Primera Comunión? ¿Vd. sabe y puede hacerlo? Es una obra de caridad, y queremos que el niño sepa lo que hace y a quién recibe al comulgar.

S. José: Yo, ¡pobre de mí! Una vez me llevó el Obispo a una Asociación que los sordos tienen en la capital y, además de asombrado de ver cómo se entendían, salí medio atontado. Incomprensible.

Paco: Vd. tiene la obligación de aprender. ¿Cómo aprende inglés para hablar a siete

turistas? En el pueblo hay unos diez mudos o sordos, como quiera, y ¡son ovejas suyas! Como bien decía Jesús.

D. José: Amigo Paco, tengo ¡setenta años! ¿Y voy a ir a una academia a aprender esas señas? Los curas jóvenes, si se las enseñaran en el Seminario, podrían hacer mucho bien a esas personas deficientes.

Paco: Pero si a mi nieto Vd. lo bautizó, pertenece a nuestra parroquia y tiene ese derecho, ¿No predican la preferencia por los pobres? Mi nieto es más pobre que una rata: ni oye, ni habla, sin cultura, y su futuro…negro.

D. José: Mira Paco, te doy toda la razón, pero yo ¡incapaz de aprender eso! Una catequista…a lo mejor se decide a aprender ese lenguaje raro, porque ellas son jóvenes, pero casi todas son estudiantes universitarias y, la verdad es que no tienen mucho tiempo libre. Hablaré con ellas de tu nieto.

Paco: Yo quisiera que Jesucristo viniera otra vez, porque con su amor a los pobres, seguro aprendería ese Lenguaje. ¡No lo dude Vd.! El amor se demuestra con hechos y no con palabras.

D. José: Creo que si Jesús viniese, no aprendería ese Lenguaje de signos. Les daría la audición, como al joven del Evangelio, ¡¡los haría oyentes!!

El sacristán.