EL ABORTO


AMIGO, PASE Y PREGUNTE

D. JOSÉ, EL CURA, Y PACO, EL HERRERO”

Paco: D. José, me gustaría saber que opinan los Curas del aborto.

D. José: Paco, hombre, por favor, ¿qué vamos a decir los Curas del aborto? Lo mismo que siempre ha dicho el Concilio: es un crimen horrendo.

Paco: Sr. Cura, acláreme Vd. la cosa, porque un mal puede ser de muchas clases: una enfermedad, perder el trabajo, quedarse ciego, sordo…

D. José: Vamos a ver, amigo Paco: ¿qué piensas tú de los terroristas? ¿De los que matan para robar, matan por odio?

Paco: ¡Hombre, eso no se pregunta! Es un crimen grande como una casa; las personas que lo hacen son criminales.

D. José: Pues lo mismo, Paco, exactamente igual, el aborto e un crimen.

Paco: Vd. perdone, Sr. Cura, pero yo no lo veo igual, porque, ¿cómo va a ser igual matar a mi nieto Pepito, de dos años, que está alegrando mi vejez, que abortar lo que mi hija tiene en la barriga?

D. José: Paco, para decírtelo fácil y puedas comprenderlo, el embrión, ese niño muy pequeñito que tu hija tiene en su seno, dentro de ella, es un ser vivo, igual que tú y yo, y ¡nadie puede quitar una vida! ¿Está claro?

Paco: Sr. Cura, eso del embrión, que yo no sé lo que es, del niño muy pequeñito vivo, no lo entiendo muy bien, no lo veo claro.

D. José: Y yo lo comprendo que tú no puedas entenderlo, porque hacen falta algunos conocimientos de cultura para poder comprender muchas cosas cuando te las explican.

Paco: Entonces, ¿tengo que decirle a Vd. Amén? ¡Y ya está todo dicho! No se pueden aceptar las cosas sin comprender, a la fuerza.

D, José: Vamos a ver; ¿no me decías tú que eres un hombre de fe, que crees en Dios? ¿Tú puedes comprender a Dios? ¡Seguro que no le comprendes! Y ¿qué haces? Pues dices Amén, y ya está.

Paco: Vd. me perdone, pero no creo que sea lo mismo, porque ese niño muy pequeñito, o ese embrión, como Vd. dice, es de mi hija, y ella tiene derechos de madre.

D. José: Para, para el carro, Paco. ¡Nadie tiene derecho a matar!, ni tu hija, por ser madre, ni tú por ser abuelo pueden quitar la vida a un ser humano, porque el único que tiene derecho y poder sobre la vida ¡¡es Dios!!

Paco: ¿Y si la madre no quiere a ese hijo? ¿Qué pasa?

D. José: Yo puedo preguntarte: ¿Para qué lo hicieron, si no lo querían? De cualquier forma, puede dar el niño a un matrimonio que no tiene hijos y los desean, puede entregarlo a una comunidad de monjas que cuidan niños abandonados, pero matarlo ¡nunca! ¡Eso no se puede hacer!, porque, como tú decías al principio; es un crimen.

El sacristán.