SUBIÓ A LOS CIELOS Y ESTÁ A LA DERECHA DE DIOS PADRE

El Credo Poco a Poco





Cuando Nuestro Señor resucitó ascendió al Cielo. Es normal, porque vino del Padre y volvió al Padre.

Los apóstoles son testigos de su Ascensión, que lo vieron elevarse hasta que una nube lo envolvió, lo tapó y no lo vieron más.
El Señor subió al Cielo al momento de Resucitar. Pero se hizo visible para confirmar aquella fe tan débil de los apóstoles. Por eso, el Señor durante cuarenta días tuvo muchos encuentros con sus discípulos, comió con ellos, y hasta el pidió al apóstol Tomás que le tocara las llagas de las manos y del costado, para que no dudaran más, y estuviesen completamente seguros de que había resucitado, y no había sido un sueño ni una visión. Jesucristo, al resucitar, automáticamente está glorificado.

Cuando decimos que el Señor ascendió, subió al Cielo, no queremos decir que el Cielo está arriba. Cuando decimos que Nuestro Señor ascendió a los Cielos, entró en una existencia totalmente diferente que la nuestra. Todo lo que sabemos, gracias a los testigos que lo vieron, es que Nuestro Señor subió y se ocultó en una nube. Lo que sucedió después es un misterio para nosotros.

¿Quiénes estuvieron allí cuando el Señor ascendió? No lo sabemos con total seguridad. Lo único que de verdad sabemos es que los once Apóstoles estaban allí. En muchos cuadros de la Ascensión vemos que está la figura de la Virgen; pero no lo sabemos con total seguridad.

La Ascensión del Señor nos ofrece un motivo de gran alegría totalmente desinteresada; el poder sentirnos felices porque Nuestro Señor vuelve al Padre. Nos hubiese gustado se quedase aquí con nosotros, para disfrutar de su amistad y compañía, lo mismo que los Apóstoles; pero nos alegramos de que haya subido al Cielo, porque ahora está en la Gloria, en la felicidad total.

¿Por qué está “sentado” a la derecha de Dios? Es costumbre, cuando se reúnen un grupo de personas, sentar a la derecha del rey, del presidente o del Jefe, a la persona más importante. Así que pensamos que Nuestro Señor estará a la derecha de Dios, porque el Hijo tiene la dignidad o categoría más alta, la misma que el Padre.
No hacemos de la fiesta de la Ascensión un día de tristeza y penitencia. Nos alegramos por Él, porque ha dejado este mundo de pobreza y sufrimientos, para gozar de la felicidad del Cielo, con todos sus amigos que tengan la suerte de acompañarle eternamente.