Santificado Sea Tu Nombre


Santificado sea tu nombre por pastoraldelsordo

La oración del Señor, el Padrenuestro, contiene siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras peticiones nos llevan a Él, para su gloria, porque lo propio del amor es pensar primero en la persona que amamos. Estas tres primeras peticiones nos dicen lo que debemos pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad. Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias, necesidades y nuestras esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda en las tentaciones y nos libre del Demonio.

Las palabras “santificado sea tu nombre” pueden entenderse en dos sentidos: primero, hacer santa a una persona, y esto no vale para Dios; porque Él es Santo por su ser y nada podemos añadir a su santidad y a su absoluta felicidad, ni a su inmensa gloria. A Dios nada podemos darle que aumente su santidad ni su felicidad, y nada podemos quitarle si le atacamos o maldecimos. Él continúa siempre Santo y feliz. Nosotros no podemos añadir santidad o hacer más santo a Dios; al contrario, es Dios quien nos hace santos a nosotros con la ayuda de los Sacramentos, la oración y las buenas obras.


Santificar el nombre de Dios es alabarle reconociendo que Dios es Santo. Es desear que la gracia recibida en el bautismo nos acompañe en toda nuestra vida. Es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea más conocido, alabado y bendecido por todas las personas. El primero y principal objetivo de mi vida debe ser que Dios sea amado, alabado, respetado y obedecido, haciendo siempre su Santa voluntad.


Al decir “santificado sea tu Nombre” es pedir a Dios que nos dé a sus hijos la capacidad de descubrir su gloria en las maravillas y bellezas del universo, tener experiencia viva de la presencia de su Hijo Jesús en nuestra vida de cada día y en la reunión de los hermanos que formamos la Iglesia.


Al decir “Santificado sea tu nombre” es desear que nuestra vida cristiana esté de acuerdo con nuestra fe católica, obrar con espíritu de servicio, reconociendo a Jesús en los necesitados, es llevar el Evangelio a la vida de los demás, ser testigos del amor de Jesús a todos. Es pedir a Dios que nos ayude a ser humanos, justos y generosos en medio de la sociedad actual tan necesitada. Poder decir, con el corazón en la mano, “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor.”