Ave María, Bendita tu eres entre todas las mujeres



BENDITA TU ERES ENTRE TODAS LAS MUJERES

Leyendo la Biblia conocemos a personas famosas del Antiguo Testamento como Abraham, Jacob, David, que fueron grandes servidores de Dios, pero todos no fueron perfectos; el mismo David fue un gran pecador. Se nombran a cuatro mujeres, y tres de ellas fueron llamadas pecadoras, La Virgen María desciende de esas personas, pero va a recibir de forma total la bendición que Dios, antiguamente, había dado a Abraham y Sara.

Por la Biblia vemos que Dios, desde el principio de la creación ha bendecido a muchas personas, pero la Virgen María recibió una bendición de Dios más grande que la que Dios dio a Abraham y a Sara; porque María es la única de todas las mujeres y de todos los hombres sin pecado. Por eso el ángel Gabriel la llamó “llena de Gracia”, y su prima Isabel, inspirada por el Espíritu Santo, dice: “bendita eres entre todas las mujeres.”

La Virgen María fue a un pueblo de Judá a visitar a su prima Isabel, que era anciana y estaba en estado. Al ver a María, Isabel le dijo: “Dios te ha bendecido más que a las demás mujeres” “Feliz tú que haz creído, porque lo que te dijo el ángel, en nombre del Señor, se cumplirá” “¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor?” Porque la Virgen María tendrá un hijo, que será el Hijo de Dios. Por todo eso, María es “bendita entre todas las mujeres.”

Bendecir es desear el bien, lo mejor para una persona; por eso acostumbramos a decir: “Dios te bendiga”, te dé lo mejor para ti, te haga feliz, y otros deseos de bien para esa persona. Cuando Isabel dijo a María: “Dios te ha bendecido más que a las demás mujeres” es aceptar, reconocer, que Dios ha dado a María más gracias, dones, bienes que a las demás mujeres, y sobre todos los dones, hacerla Madre de su Hijo, el Salvador del mundo.

También vemos que se dice: “Bendito sea el Señor Dios”, esa frase quiere decir que el Señor Dios sea alabado, glorificado, exaltado sobre todas las personas y cosas. Es una expresión de gratitud de la persona que ha recibido ayudas del Señor. Una expresión sincera y emocionada que brota del corazón de la persona creyente, manifestando así su amor a Dios.