Unción de los Enfermos



LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
 
  Leemos en el Evangelio: “En el pueblo o lugar donde llegaba Jesús, las personas ponían a los enfermos en la plaza o calle por donde tenía que pasar y le pedían que les dejase tocar el manto, y los enfermos que lo tocaban se curaban.”
  Jesús curó a los enfermos para probar que el Reino de Dios ya había llegado. Donde está Jesús que es el Hijo de Dios, allí está el Reino de Dios.
 
  Jesús resucitado se acerca actualmente al que está enfermo con la ayuda del sacramento de la Unción de los enfermos. Con Jesús, la comunidad cristiana ora por el enfermo y se interesa por la persona que sufre, acompañándole, cuidando de él y animándolo.
 
  Desde los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia ora por los enfermos. Así lo prueba la carta del apóstol Santiago: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los sacerdotes de la Iglesia y que recen por el enfermo, después ungirlo con óleo en el nombre del Señor, y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y si ha cometido pecado, lo perdonará”
 
  Los ancianos que se encuentren muy débiles pueden recibir la unción de los enfermos, aunque no tenga enfermedad grave. Visitar y atender a los ancianos y enfermos siempre ha sido aconsejado por la Iglesia como una obra de misericordia que el Señor premiará como si fuese hecha por le mismo Jesús. Dice en el Evangelio: “Estuve enfermo y me visitasteis.”
 
  El sacramento de la Unción de los enfermos fortalece la fe de la persona que lo recibe con la gracia del Espíritu Santo, le perdona sus pecados, si arrepentido no ha podido confesarse; algunas veces, cura al enfermo, si Dios lo quiere, y siempre anima o fortalece al enfermo en su enfermedad y a la persona anciana en la debilidad de su vejez.
 
  El sacerdote unge con aceite bendecido la frente y las manos del enfermo o del anciano que quiere recibir el sacramento de la Unción, y pide a Dios le de la gracia del Espíritu Santo que fortalece su fe, perdona sus pecados, y, si el Señor quiere, le da la salud.
La Iglesia a los enfermos graves les da la comunión del Cuerpo de Cristo. A esta comunión, en peligro de muerte, la llamamos viático, que significa alimento para el último viaje.