DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO (ciclo B)






RESUMEN HOMILÍA DOMINGO 31 ORDINARIO

Un doctor de la Ley preguntó a Jesús cuál es el primero de los Mandamientos: Jesús le dijo: El primero es: “Amar al Señor Dios, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.
Hay un segundo Mandamiento: “Amar a los demás igual que tu mismo te amas.”

El doctor de la Ley dice: “A Dios le gusta más el  que le amemos a Él y a los demás que las ofrendas y sacrificios.” Jesús le dice: “Tú estás cerca del Reino de Dios.”

Debemos orar, escuchando con nuestro corazón los que Dios nos dice, para hacer lo que Él quiere, cual es su voluntad. Jesús nos dice: “El que entra en el Cielo es el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.”

No hay que orar siempre pidiendo, pidiendo ayuda. Hay que orar amando, y amamos aceptando todo lo que Dios quiere. Decir: “Señor, dime lo que tu quieres para hacerlo.”

DOMINGO 31 DEL TIEMPO ORDINARIO  (B)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio.  (6, 2-6)

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: “Respeta al Señor, tu Dios, obedeciendo todos sus mandamientos, tú, tus hijos y nietos, durante toda la vida; así vivirán muchos años. Escúchalo, Israel y obedece, para que vivas bien y aumenten las personas. El Señor, Dios de tus padres, te dijo: “Es una tierra  que produce leche y miel.”
Escucha, Israel: “El Señor, nuestro Dios, es uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria.”
Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL  17, 2-3

R.-Señor, yo te amo, tú eres mi fortaleza.

Señor, tú eres mi fortaleza;
Señor, mi defensa, mi salvador.

R.-Señor, yo te amo, tú eres mi fortaleza.

Dios mío, mi ayuda, mi defensor,
mi fuerza salvadora, mi refugio.
Yo llamo al Señor de mi alabanza
y me libra del mis enemigos.

R.-Señor, yo te amo, tú eres mi fortaleza.

Viva el Señor, alabado sea siempre,
alabado sea mi Dios y Salvador.
Tú diste la victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Hijo.

R.- Señor, yo te amo, tú eres mi fortaleza.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a lo Hebreos.  (7, 23-28)

Hermanos: En el antiguo Testamento hubo muchos sacerdotes, porque morían y no podían permanecer siempre; pero Jesús, permanece para siempre, y tiene el sacerdocio que no acaba nunca. Por eso puede salvar para siempre a los que por su ayuda se acercan a Dios, porque Él vive siempre  para ayudarnos.
Jesús es el Sumo Sacerdote que esperábamos: santo, inocente, puro, separado de los pecadores y elevado a lo más alto del cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día—como hacían los sumos sacerdotes, que ofrecían sacrificios, primero por los pecados propios, después por los pecados del pueblo-Jesús lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose Él mismo. 
La Ley hace Sumos sacerdotes a hombres pecadores y débiles. En cambio, las palabras del juramento, después de la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.
Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.  12, 28-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Jesús respondió: “El primer mandamiento es: “Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.”
El escriba dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”
Jesús, viendo que el escriba había respondido bien, le dijo: “Tú estás cerca del reino de Dios.”
Y nadie le preguntó más.
Palabra del Señor.

R.-Gloria a ti, Señor Jesús