X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO




RESUMEN HOMILÍA X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
RESUMEN HOMILÍA DÉCIMO DOMINGO ORDINARIO   C

Jesús, durante su vida, dio vida, revivió, a tres personas muertas.
Dos veces llevaron a Jesús para curar a los enfermos, pero cuando llegó ya habían muerto.
Su amigo Lázaro ya estaba enterrado. Al llegar a la casa de Jairo la niña ya había muerto.
Puede ser que Jesús quería hacerles comprender la Omnipotencia, el total poder de Dios.
Curar a un enfermo es más fácil que dar vida a un muerto.
Jesús se compadeció de la viuda de Naim, que llevaban a enterrar a su único hijo.
Jesús paró a los que llevaban al muerto, y dijo a la madre: “No llores más”
Y al muerto: Joven, Yo te lo mando: levántate¡ Y el muerto se levantó y empezó a hablar.
Después Jesús entregó el joven a su madre, ante toda la gente asombrada, e impresionada.
En la Biblia, dice que el profeta Elías pidió a Dios diera vida a un niño muerto y el niño vivió.
La madre del niño, era viuda, y había dado de comer al profeta con la poca comida que tenía.
Esos milagros manifiestan el poder de Dios, pero unas veces lo hace y otras veces no lo hace.
Pero Dios siempre está ahí con su poder y su misericordia, como en la confesión.

Lecturas Domingo X del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes:
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías: «¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?» Elías respondió: «Dame a tu hijo.» Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: «Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?» Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: «Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.» El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo está vivo.» Entonces la mujer dijo a Elías: «Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad.»
Palabra de Dios.
R.-Te alabamos Señor.

Salmo responsorial: 29
R.- Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

R.--Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

R.-Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío,
te daré gracias por siempre.

R.-Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas: 1, 11-19
Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en él judaísmo: con qué fuerza perseguía a la Iglesia de Dios y la perseguía, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él. Pero no ví a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.
Palabra de Dios.

R.-Te alabamos Señor

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas: 7. 11-
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Palabra del Señor
R.-Gloria a ti, Señor Jesús