IV DOMINGO DE CUARESMA




RESUMEN HOMILÍA CUARTO DOMINGO CUARESMA  (A)

El Evangelio de hoy nos habla que Jesús curó a un ciego. En todas las curaciones que hizo Jesús lo más importante era la curación interior. El Señor, al hacer una curación física, toca profundamente el alma del enfermo. Las enfermedades son una de las consecuencias del pecado original de Adán y Eva. Jesús con su muerte y resurrección dio a las enfermedades un valor redentor. Uniendo nuestros sufrimientos a los de Jesús nos valen  para hacernos santos. Las enfermedades más graves no son las del cuerpo, son las enfermedades del alma. Por eso la sanación interior de la persona enferma es lo más importante. Muchas personas se hicieron santos en una enfermedad o con otros sufrimientos. En el ciego que curó Jesús, el cambio más importante se hace en su alma. Después de ver sufrió muchas críticas de los fariseos, por ser curado en sábado. Pero el hombre, que ya ve, se pone de rodillas y reconoce a Jesús como el Hijo de Dios. Seguir a Jesús no es sólo creer en Él, hay que obrar igual que Jesús, haciendo el bien.

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA (A)

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a

En aquellos días, dijo el Señor a Samuel: Llena tu cuerno de aceite y vete.Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he elegido a un hijo suyo para rey de Israel.
Cuando Samuel llegó a la casa, Jesé le presento a Eliab  su hijo mayor:  Pero el Señor dijo a Samuel: No mires su apariencia, ni su gran estatura. La mirada de Dios es diferente que la mirada del hombre, el Señor mira el corazón. Jesé presentó al profeta sus siete hijos, pero Samuel dijo: A ninguno de éstos ha elegido el Señor. Samuel preguntó a Jesé: —¿No tienes más hijos? Jesé respondió: Todavía falta el más pequeño, que está cuidando las ovejas. Dijo entonces Samuel a Jesé: Manda que lo traigan, para verlo, porque no comeremos hasta que venga. Vino David y Samuel vio que era rubio y guapo. Dijo el Señor a Samuel; “Úngelo con el aceite, porque éste es el elegido para rey.” Cogió Samuel el aceite y ungió a David para rey de Israel.

Palabra de Dios
R.-Te alabamos ,Señor.

SALMO RESPONSORIAL 22

R.-El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en campos verdes  me acuesta,
me lleva a fuentes de agua
y cuida mis fuerzas.

R.-. El Señor es mi pastor, nada me falta.

Me guía por el buen camino,
por el honor de su nombre.
Si  voy por montes oscuros, no tengo miedo, porque tú vas conmigo.

R.-El Señor es mi pastor, nada me falta.

Tu amor me acompaña
todos los días de mi vida,
y viviré en la casa del Señor
por los siglos de los siglos.

R.-El Señor es mi pastor, nada me falta.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 5, 8-14.

Hermanos: En otro tiempo no tenían fe y vivían en la oscuridad; ahora unidos a Cristo, sois luz en el Señor. Obren como las personas que pertenecen a Cristo, sus obras son: la bondad, justicia y verdad, haciendo siempre lo que le agrada al Señor, y no colaboren en las obras malas de los que están en el pecado; al contrario, denunciarlas a los responsables. Las cosas que esas personas hacen a escondidas dan vergüenza decirlas. Pero todas esas cosas deben ser denunciadas hasta que vuelvan a la claridad del Señor. Por eso dice: «Despierta tú que duermes, levántate de la muerte y Cristo te iluminará.”

Palabra de Dios.
R.-Te alabamos, Señor

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 9, 1-41.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Jesús escupió en el suelo, hizo barro, lo puso en los ojos del ciego y le dijo: “Vete a lavarte en la piscina de Siloé” El ciego fue a la piscina, se lavó, y cuando vino a donde estaba Jesús, ya veía bien.
Los vecinos y la personas que le habían visto antes pidiendo limosna, decían: “Este hombre es el que estaba pidiendo limosna” Unas personas decían: “Si, es él.”Otros decían: “No es él, es otro hombre que se le parece” El hombre que había estado ciego, decía: “Si, soy yo.”
Cuando Jesús curó al ciego era sábado. Los judíos llevaron al hombre a los fariseos, y otra vez le preguntaron como había recobrado la vista. Él les dijo: “Me puso barro en los ojos, me lavé y ahora veo bien.” Los fariseos dijeron: “Ese Jesús no puede ser de Dios, porque no respeta los sábados”
Otras personas decían: “Y cómo puede un hombre pecador hacer milagros?” Y no se ponían de acuerdo. Otra vez le preguntaron al hombre que había estado ciego: “¿Tú que dices del hombre que te curó los ojos?” El contestó: “Que es un profeta.” Ellos contestaron: “Tú naciste en pecado, ¿y quieres enseñarnos a nosotros?” Y lo expulsaron de la sinagoga. Jesús oyó decir que habían expulsado de La sinagoga al hombre que le había curado la vista, y encontrándose con él, le preguntó: “Tú crees en el Hijo de Dios?” El hombre le preguntó: “Señor, dime quien es, para que yo crea en Él” Jesús le dijo: “Lo estás viendo, el mismo que habla contigo.” El hombre dijo: “Señor, creo.” Se arrodilló delante de Jesús y lo adoró.

Palabra del Señor

R.-Gloria a ti, Señor.